Y yo estaba parada, ahí, en el medio de la gente que saltaba, cantaba y bailaba. Y yo seguía parada como sin vida. Como si algo me hubiese chupado toda la felicidad que tenía dentro del cuerpo. No deseaba estar ahí. No sé, quizás quería estar en una cama con mi novio. Pero que sentido tendría eso? el viejo habito de estar acostumbrada a ser usada? Es que tanta vida se me escapo y yo jamás me dí cuenta? En fin.
El hecho es que yo me encontraba ahí, como una
moskitamuerta mientras todos
participaban de la fiesta. Y en el medio de toda la furia y la infelicidad. Mire a uno de los miembros de la banda. No, no fue ni al cantante, ni al guitarrista y mucho menos al bajista. Ese miembro apenas se notaba, pero para mí fue el que más resaltaba en aquel pequeño escenario. Era un
trompetista, mejor dicho UNA
trompetista. Una
personita bajita y con
rastas agrupadas en dos
colitas de colores. Ella tocaba su instrumento con tanta pasión y alegría que desee ser ella. Desee estar en la banda y saltar de esa forma. Luego,
vi a la gente,
pogueado, bailando. Y una chica en especial. Que unos minutos antes me hablo solamente para decirme "perdón, me siento, es que estoy cansada". Esa chica que estaba gritando cada letra de memoria y bailaba alegremente.
Todo eso, todo eso me
hizo sentirme insignificante. No importaba y no participaba de aquello. Y no me sentí
bienvenida, sentí que en cualquier momento
alguien me
decía andate. Y mientras me sumergía en eso no podía entender porque me sentía así. AMARGADA, sí, esa es la palabra tan temida y rechazada.
Recién ahora la uso y la detesto, pero debo admitirlo.
Desde ese momento solo quiero eso, encontrar mi felicidad y esa fiesta del
espiritu.